Te entiendo, la frustración va de la mano en el proceso de mejorar la aceptación de alimentos. ¡Y no te sientas mal! No eres una mala mamá/papá por desesperarte.
Hoy quiero ayudarte y motivarte a confiar en el proceso de alimentación tan personal de tu hijo/a.
Aquí va la primera parte, es muy personal. Aunque nosotros/as queramos que ellos dieran esa mordida, comieran lo que servimos o aceptaran nuevos alimentos, esto no nos corresponde controlarlo.
1.- Tenemos expectativas incorrectas.
Pongamos de ejemplo: Mi hijo rechaza el brócoli.
Hoy sirvo en su plato 3 brócolis para que con suerte interactúe con ellos. Pero tu hijo/a al darse cuenta que su plato tiene brócoli empieza a llorar instantáneamente. Nosotros nos sentimos decepcionados y frustrados porque no lo comió. Otra vez.
Analicemos el caso ahora. Si no lo tolera a la vista ¿crees que nuestro objetivo de que lo coma sea el más acertado?
Definitivamente no.
Tenemos que establecer objetivos según sus posibilidades. Si nosotros queremos que nuestro hijo coma un pedazo de brócoli que ni siquiera quiere ver o tocar, nos vamos a frustrar y abandonaremos el proceso en cuestión de semanas.
Para tener un seguimiento exitoso para nuestro picky eater (personalmente, no me gusta etiquetar así a los niños/as, pero es el término establecido) debemos de tener expectativas reales.
¿No lo tolera a la vista? Trabajemos ahí.
¿No lo tolera al tacto? Trabajemos ahí
¿Se lo lleva a la boca pero lo escupe? Trabajemos ahí
2.- Queremos resultados rápidos
Así como nuestro hijo/a no se volvió selectivo para comer de la noche a la mañana, tampoco podemos esperar que coma todo lo que ofrecemos así de rápido.
Te lo digo ahora, toma tiempo. Mucho tiempo a veces. Es necesario tener esto en cuenta desde el principio. Si nosotros creemos que existe una varita mágica, una estrategia o truco especial para nuestro hijo/a volveremos a lo mismo: frustración, desesperación, enojo y culpa.
Como lo vimos en el primer punto, tenemos que trabajar paso por paso. Y quizás ese paso no es la meta pero te aseguro que son pasos en dirección a ella.
Anota todo el progreso, aunque sea pequeñito.
Tu hijo/a hoy toco con un dedo el brócoli pero ayer lo ignoraba, hoy jugó con las fresas que tiraba al piso, hoy se sentó a comer sin llorar, hoy se sintió cómodo en la mesa, etc.
Todo cuenta, todo es importante y cada paso es de celebrarse.
3.- Presión indirecta
Esta es tan indirecta que muchas veces no nos damos cuenta de ella pero nuestros hijos sí.
Un ejemplo de presión indirecta es cuando observas constantemente lo que come y estas monitoreando (aunque no digas nada) lo que deja en el plato.
Imagínate estar comiendo con alguien que sabes que esta evaluando lo que haces. Es como cuando estamos en un examen en la escuela, no nos ayudan, ni nos acompañan solo nos están evaluando.
Al servir el plato deja el control en lugar de pasar un momento incómodo, de estrés (para todos) mejor quiten el enfoque de los alimentos.
Come con el/ella, convive, hagan un momento agradable. Un ambiente sin presión es cómodo y agradable para comer nuevos alimentos.
Trata a tu hijo como un acompañante no como un invitado siendo calificado por lo que deja en el plato.
Insisto, se que es difícil dejar el control. Se que te preocupa, se que quieres ayudarlo/a. Concentrarte en mejorar el ambiente, la presión y la convivencia es el mejor punto de inicio.
Déjame ayudarte más. Nos vemos este 28 de agosto del 2021 en el taller FoodPlay: Aprendiendo a comer nuevos alimentos. Te enseño a motivar a tu hijo/a a comer sin presionar ni obligar. Enfocado también en darte la tranquilidad que necesitas. Inscripciones abiertas.
Estoy contigo,
LN Danya Zavala Sepúlveda
Gracias, a veces se me olvida, tratare de relajarme y no ver lo que comen 🤭😅
La mejor!!!!!
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